La doctrina cristiana contiene las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
El verdadero católico es aquel que está bautizado y que cree, profesa y obedece a los legítimos pastores de la Iglesia.
Por desgracia, en nuestra época, muchos son los católicos que quisieran contraponer sus propias opiniones al principio de obediencia debida a la autoridad religiosa, establecida por Dios en materia de fe y costumbres; estos tales promueven frecuentemente cuestiones ridículas sobre Teología, sobre el Magisterio, con la misma libertad de lenguaje y falta de respeto que si se tratase de un punto de economía política o administrativa, literatura, ciencias naturales ú otra cuestión profana.
No es éste el espíritu de Jesucristo, sino el espíritu del mundo y de sus seguidores.
La causa de esta tendencia se debe buscar en la educación misma, en el desenfrenado empeño de los hombres por su independencia y libertad, verdadera llaga de la sociedad actual.
Entendamos, sin embargo, que Dios, deseando salvar la humanidad, le envió a su Hijo Unigénito, mas no quiso déjarla luego al capricho de la fantasía en materia de fe; no quiso se dirigiese por sí; confió su doctrina a un magisterio por Él mismo establecido; magisterio que durará hasta el fin de los siglos.
Recuperado de:
El catecismo mayor de S. S. Papa Pío X
(1911)