La caridad.- amar a Dios mismo y sobre todas las cosas; amar al prójimo como a nosotros mismos, por amor a Dios; eh ahí lo que forma la tercera virtud teologal: la caridad.
Como sobrenatural es la fuerza de conocer por la fe; sobrenatural la fuerza de esperar el objeto conocido; así sobrenatural es la fuerza que nos lleva a amar, por medio de la caridad, el objeto conocido y esperado. La fe es el principio, la esperanza el medio, el fin la caridad.
La caridad, última en el orden de las virtudes teologales, es la primera por su excelencia, y es considerada y llamada la reina de las virtudes.
Sí por la fe creemos en Dios y por la esperanza tendemos hacia Dios, por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas, porque es sumo e infinito bien, y en él y por él amamos a nuestro prójimo.
La fe, esperanza y caridad se apoderan de todo el hombre, de todas sus facultades y lo elevan a Dios. Lo elevan a Dios, en la inteligencia, con la fe; en sus deseos, con la esperanza, y en su voluntad, con el amor. Precisamente porque estas virtudes tienen a Dios por príncipio y por fin inmediato se llaman teologales.